Los datos se han convertido en una obsesión para las marcas, que no hacen más que recopilar información para así poder saber mejor que nunca cómo son sus consumidores y ofrecerles los mejores productos y los mejores servicios. El big data ha prometido muchas cosas y ha hecho que las marcas confíen más que nunca en la información como fuente de valor. Las empresas que están usando bien el big data están consiguiendo muchas y muy valiosas cosas y cualquiera que lea sobre esos casos de éxito quiere algo así, como es obvio, para su empresa.
Pero lo cierto es que el interés en acumular información y el hecho de que los datos se hayan convertido en algo tan crucial e importante ha hecho, en cierta manera, que se pierda de vista otras muchas cosas. Y es que la información por sí sola no tiene valor y acumular datos y más datos carece de sentido si estos no se emplean para algo realmente consecuente. La tecnología no es, además, más que una herramienta que puede ayudar a las empresas y sin un humano que la guíe no funcionará todo lo bien que debería. El big data, se mire como se mire,requiere talento humano que señale qué es lo que se tiene que hacer y en qué se quiere centrar.
A eso se suma que las empresas están tan obsesionadas con la información que sus responsables están empezando a verse abrumados por ella. La sobrecarga de datos es uno de los problemas recurrentes que señalan los responsables de las compañías como el que más le quita el sueño en el big data. Están abrumados por todo lo que tienen entre sus manos y se encuentran perdidos ante una avalancha de datos.
Y el tener tanta información crea situaciones paradójicas. Así, tal y como acaba de demostrar un estudio de Pure Storage, el 72% de las marcas recopila datos que luego no usa nunca para nada. Esto hace que, en realidad, solo un 28% de las compañías emplee la información que está recogiendo sobre sus consumidores, o al menos toda la información.
Fuente: Puro Marketing